La
verdad sobre la pastilla del día después
“Son de
color blanco, inocuas, fáciles de usar, con escasos efectos
secundarios y, lo más importante, reducen a menos del 1% el riesgo
de un embarazo no deseado cuando se consumen en las 72 horas
posteriores a un posible coito fecundante.
A pesar de la
casi perfección que rodea al primer preparado específico que se ha
aprobado en España como píldora del día después (...) la duda
sobre si las españolas podrán acceder fácilmente a ella permanece
para la mayoría de los especialistas que llevan ya más de 20 años
facilitando la Anticoncepción de Emergencia.
Se define así
a todas las medidas utilizadas (...) que ofrecen una segunda
oportunidad, en un tiempo límite, a las mujeres a las que les ha
fallado su método anticonceptivo habitual o no han empleado alguno
para impedir tener un hijo que no desean. La expansión de su uso
permite, además, disminuir las más de 50.000 interrupciones
voluntarias del embarazo que se producen cada año en nuestro país.
Los temores de
los profesionales involucrados en la AE se sustentan en la larga
lista de obstáculos que persisten en buena parte de los países
desarrollados.
Entre ellos:
la falta de información a las mujeres sobre su existencia, el hecho
de que las autoridades sanitarias no realicen campañas de
divulgación para médicos y usuarias, la objeción de conciencia que
esgrimen algunos expertos para no recetarla — a pesar de que el
tratamiento ha demostrado científicamente no ser abortivo—, y la
improbable financiación pública del producto, tal y como ha
apuntado la compañía Schering, fabricante de Postinor, y como
afirmó, además, la ministra de Sanidad Celia Villalobos, tras la
aprobación del fármaco en marzo”
Así
promocionaba el periódico digital elmundo -al igual que otros periódicos
anticatólicos- en el año 2001 el uso de la pastilla del día
después. De la misma se afirmaba que no era abortiva, que reduciría
el número de embarazos, que no tendría efectos secundarios, etc. Se
puede leer el artículo completo en la siguiente dirección:
http://www.elmundo.es/salud/2001/429/986486889.html
En primer
lugar, y ante la gravedad de lo afirmado por el periódico hemos de
recordar otra vez lo que ya indicamos en anteriores entradas: de
forma totalmente arbitraria la OMS, que es un órgano político, ha
definido por motivos puramente ideológicos que el embarazo empieza
una vez anidado el zigoto; por tanto, atendiendo a esta definición
arbitraria, se podría decir que si no hay anidación no hay
embarazo. Ahora bien, la realidad es que la vida del ser humano
empieza tras la concepción, por lo que si una vez producida ésta se
impide por cualquier medio su normal desarrollo se mata a un ser
humano.
Una vez vista
la promoción de la pastilla por parte del periódico veremos la
realidad. Para ello nos apoyaremos en los datos indicados por el
periodico digital Religión En Libertad. Se pueden contrastar los
datos en la siguiente dirección:
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=26916
- En el año
2000 no se comercializa la PDD en España; el número de abortos es
de 60.000.
- En el año
2001 el gobierno de José María Aznar, pese a las protestas de los
cristianos y los grupos provida, autoriza su uso. En su momento el
gobierno indicó que las pastillas ayudarían a disminuir el número
de abortos. Asimismo, informó que estas pastillas se darían en
entornos muy controlados, bajo estrictas medidas, para que su uso no
se banalizase. En ese año se reparten 160.000 píldoras; hay 70.000
abortos.
- En el año
2005 se reparten 500.000 píldoras; hay 91.000 abortos.
- En el año
2009 se liberaliza la píldora; hay 111.000 abortos
- En el año
2010 se aprueba la "Ley Aído"; hay 113.000 abortos
- En el año
2011 se reparten unas 700.000 píldoras; hay 118.000 abortos.
Por lo tanto,
en diez años, repartiéndose 700.000 PDDs se ha doblado el número
de abortos (cifra que no incluye las muertes humanas ocasionadas
directamente por las pastillas).
Tristemente,
podemos ver cómo el partido que normalmente acapara el voto católico
-el Partido Popular- traicionó en a sus votantes: fue un claro
colaborador en la expansión de la cultura de la muerte (tanto por
haber autorizado en España el uso de la pildora del día después
como por no haber cambiado la legislación abortista promovida por el
PSOE). Asimismo, el gobierno de Aznar favoreció la expansión de la
actual cultura relativista y hedonista, -cultura que en el fondo
se basa en la negación de Dios - habiendo trivializado las
relaciones sexuales.
A la vista de
todo lo anterior, recordemos lo que -con carácter profético- ya
indicó la Conferencia Episcopal Española, el 27 de abril de 2001:
El pasado día
23 de marzo la Agencia del Medicamento, del Ministerio de Sanidad,
aprobó la comercialización de la llamada píldora del día
siguiente en las farmacias españolas.
1. Se trata de
un fármaco que no sirve para curar ninguna enfermedad, sino para
acabar con la vida incipiente de un ser humano. Su empleo es un
método abortivo en la intención y en el efecto posible. En la
intención, porque con su utilización en las 24 o 72 horas
siguientes a las relaciones sexuales, se pretende que, si ha habido
fecundación, el óvulo fecundado no llegue a anidar en el útero y
muera, siendo expulsado del cuerpo de la madre. Lo que objetivamente
se persigue es, pues, un aborto precoz, aunque tal aborto sólo se
produzca efectivamente en el caso de que las relaciones sexuales
hubieran sido fecundas.
2. El embarazo
comienza con la fecundación, no con la anidación. El óvulo
fecundado ya es un ser humano, distinto de la madre, que empieza a
vivir su propia vida en las fases previas a su anidación en el útero
materno[2]. Es verdad que su viabilidad es entonces más baja que en
las etapas posteriores de su existencia y muchos embriones
incipientes se malogran de modo natural. Pero esto no autoriza a
nadie a eliminarlos consciente y voluntariamente. Todos hemos pasado
por esa situación de debilidad vital y agradecemos que nadie haya
puesto fin en aquellos momentos al curso natural de nuestra vida,
impidiéndonos llegar a ver la luz. Eso habría sido un crimen. La
vida humana ha de ser respetada y protegida siempre; con mayor
esmero, si cabe, cuando más débil es y mas a merced está del
cuidado ajeno.
3. La píldora del día siguiente es un fármaco a base de hormonas, que no es inocuo para la mujer. Su concentración hormonal es muy superior a la de los anticonceptivos. No trata de preparar a la mujer para evitar la concepción, sino de impedir el desarrollo de una posible concepción ya realizada. No es un anticonceptivo. Por eso, es necesaria una gran cantidad de hormonas administrada de golpe, en una o dos veces. De ahí que se puedan producir trastornos y problemas de salud en la mujer que lo utiliza, pues se trata de una especie de agresión hormonal a su organismo. Este posible daño se añade, como causa de inmoralidad, al aborto intentado o realizado, aunque, como es obvio, lo verdaderamente grave sea el atentado deliberado a la vida humana.
4. Permitiendo
la venta de la píldora del día siguiente, la autoridad pública
abdica de nuevo de su gravísima responsabilidad de tutelar siempre
la vida humana. Es incluso posible que con esta autorización el
Gobierno entre en contradicción legal con la actual legislación
despenalizadora del aborto, la cual, aun siendo moralmente
rechazable, exige al menos, como requisito de la exención de pena
para las acciones abortivas, la constatación previa de que se da
alguno de los tres supuestos marcados por la ley. La Administración
pone ahora en manos de los usuarios de la píldora del día siguiente
un instrumento que permite la realización del aborto sin control
alguno de los supuestos legales de despenalización.
5. Los médicos
y los farmacéuticos amantes de la vida humana y coherentes con la
conciencia ética no deberán prestarse a facilitar en modo alguno
este instrumento de muerte que es la píldora del día siguiente. Las
autoridades tienen la obligación de proveer a que no se les impida
el ejercicio de la objeción de conciencia en esta materia tan grave.
6. Exhortamos
a todos, una vez más, a respetar y cuidar la vida humana. Nadie con
conciencia recta querrá contribuir a la confusión entre el bien el
mal, un signo tan triste de la llamada cultura de la muerte, que
induce a matar haciendo creer erradamente que así se sirve a la
vida. El problema de los embarazos no deseados y no deseables, por
ser fruto de relaciones sexuales irresponsables, en particular entre
los más jóvenes, no se puede tratar de resolver recurriendo, con
mayor irresponsabilidad aún, al expediente criminal del aborto.
Intentar enmascarar la realidad por motivos políticos, comerciales o
de cualquier otra clase, acaba perjudicando a las personas y al bien
común.
7. Pedimos a
los agentes de la pastoral de la Iglesia y a los educadores, en
especial a los padres y madres de familia, que ayuden a los
adolescentes y a los jóvenes a comprender y vivir con verdad su
propia sexualidad y las relaciones entre los sexos; muéstrenles cómo
la castidad, lejos de recortar las posibilidades de la existencia
humana, permite integrar en la libertad los instintos y las emociones
capacitando para un amor auténtico. La libertad que la virtud
posibilita es la que hace felices a las personas, pues respeta y ama
la vida de todos.