miércoles, 20 de febrero de 2013


La verdad sobre la pastilla del día después
 
 
“Son de color blanco, inocuas, fáciles de usar, con escasos efectos secundarios y, lo más importante, reducen a menos del 1% el riesgo de un embarazo no deseado cuando se consumen en las 72 horas posteriores a un posible coito fecundante.
 
A pesar de la casi perfección que rodea al primer preparado específico que se ha aprobado en España como píldora del día después (...) la duda sobre si las españolas podrán acceder fácilmente a ella permanece para la mayoría de los especialistas que llevan ya más de 20 años facilitando la Anticoncepción de Emergencia.

Se define así a todas las medidas utilizadas (...) que ofrecen una segunda oportunidad, en un tiempo límite, a las mujeres a las que les ha fallado su método anticonceptivo habitual o no han empleado alguno para impedir tener un hijo que no desean. La expansión de su uso permite, además, disminuir las más de 50.000 interrupciones voluntarias del embarazo que se producen cada año en nuestro país.

Los temores de los profesionales involucrados en la AE se sustentan en la larga lista de obstáculos que persisten en buena parte de los países desarrollados.

Entre ellos: la falta de información a las mujeres sobre su existencia, el hecho de que las autoridades sanitarias no realicen campañas de divulgación para médicos y usuarias, la objeción de conciencia que esgrimen algunos expertos para no recetarla — a pesar de que el tratamiento ha demostrado científicamente no ser abortivo—, y la improbable financiación pública del producto, tal y como ha apuntado la compañía Schering, fabricante de Postinor, y como afirmó, además, la ministra de Sanidad Celia Villalobos, tras la aprobación del fármaco en marzo”

Así promocionaba el periódico digital elmundo -al igual que otros periódicos anticatólicos- en el año 2001 el uso de la pastilla del día después. De la misma se afirmaba que no era abortiva, que reduciría el número de embarazos, que no tendría efectos secundarios, etc. Se puede leer el artículo completo en la siguiente dirección: http://www.elmundo.es/salud/2001/429/986486889.html

En primer lugar, y ante la gravedad de lo afirmado por el periódico hemos de recordar otra vez lo que ya indicamos en anteriores entradas: de forma totalmente arbitraria la OMS, que es un órgano político, ha definido por motivos puramente ideológicos que el embarazo empieza una vez anidado el zigoto; por tanto, atendiendo a esta definición arbitraria, se podría decir que si no hay anidación no hay embarazo. Ahora bien, la realidad es que la vida del ser humano empieza tras la concepción, por lo que si una vez producida ésta se impide por cualquier medio su normal desarrollo se mata a un ser humano.

Una vez vista la promoción de la pastilla por parte del periódico veremos la realidad. Para ello nos apoyaremos en los datos indicados por el periodico digital Religión En Libertad. Se pueden contrastar los datos en la siguiente dirección: http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=26916

 
- En el año 2000 no se comercializa la PDD en España; el número de abortos es de 60.000.
 
- En el año 2001 el gobierno de José María Aznar, pese a las protestas de los cristianos y los grupos provida, autoriza su uso. En su momento el gobierno indicó que las pastillas ayudarían a disminuir el número de abortos. Asimismo, informó que estas pastillas se darían en entornos muy controlados, bajo estrictas medidas, para que su uso no se banalizase. En ese año se reparten 160.000 píldoras; hay 70.000 abortos.
 
- En el año 2005 se reparten 500.000 píldoras; hay 91.000 abortos.
 
- En el año 2009 se liberaliza la píldora; hay 111.000 abortos
 
- En el año 2010 se aprueba la "Ley Aído"; hay 113.000 abortos
 
- En el año 2011 se reparten unas 700.000 píldoras; hay 118.000 abortos.

Por lo tanto, en diez años, repartiéndose 700.000 PDDs se ha doblado el número de abortos (cifra que no incluye las muertes humanas ocasionadas directamente por las pastillas).

Tristemente, podemos ver cómo el partido que normalmente acapara el voto católico -el Partido Popular- traicionó en a sus votantes: fue un claro colaborador en la expansión de la cultura de la muerte (tanto por haber autorizado en España el uso de la pildora del día después como por no haber cambiado la legislación abortista promovida por el PSOE). Asimismo, el gobierno de Aznar favoreció la expansión de la actual cultura relativista y hedonista, ­-cultura que en el fondo se basa en la negación de Dios - habiendo trivializado las relaciones sexuales.

A la vista de todo lo anterior, recordemos lo que -con carácter profético- ya indicó la Conferencia Episcopal Española, el 27 de abril de 2001:

El pasado día 23 de marzo la Agencia del Medicamento, del Ministerio de Sanidad, aprobó la comercialización de la llamada píldora del día siguiente en las farmacias españolas.

1. Se trata de un fármaco que no sirve para curar ninguna enfermedad, sino para acabar con la vida incipiente de un ser humano. Su empleo es un método abortivo en la intención y en el efecto posible. En la intención, porque con su utilización en las 24 o 72 horas siguientes a las relaciones sexuales, se pretende que, si ha habido fecundación, el óvulo fecundado no llegue a anidar en el útero y muera, siendo expulsado del cuerpo de la madre. Lo que objetivamente se persigue es, pues, un aborto precoz, aunque tal aborto sólo se produzca efectivamente en el caso de que las relaciones sexuales hubieran sido fecundas.

2. El embarazo comienza con la fecundación, no con la anidación. El óvulo fecundado ya es un ser humano, distinto de la madre, que empieza a vivir su propia vida en las fases previas a su anidación en el útero materno[2]. Es verdad que su viabilidad es entonces más baja que en las etapas posteriores de su existencia y muchos embriones incipientes se malogran de modo natural. Pero esto no autoriza a nadie a eliminarlos consciente y voluntariamente. Todos hemos pasado por esa situación de debilidad vital y agradecemos que nadie haya puesto fin en aquellos momentos al curso natural de nuestra vida, impidiéndonos llegar a ver la luz. Eso habría sido un crimen. La vida humana ha de ser respetada y protegida siempre; con mayor esmero, si cabe, cuando más débil es y mas a merced está del cuidado ajeno.


3. La píldora del día siguiente es un fármaco a base de hormonas, que no es inocuo para la mujer. Su concentración hormonal es muy superior a la de los anticonceptivos. No trata de preparar a la mujer para evitar la concepción, sino de impedir el desarrollo de una posible concepción ya realizada. No es un anticonceptivo. Por eso, es necesaria una gran cantidad de hormonas administrada de golpe, en una o dos veces. De ahí que se puedan producir trastornos y problemas de salud en la mujer que lo utiliza, pues se trata de una especie de agresión hormonal a su organismo. Este posible daño se añade, como causa de inmoralidad, al aborto intentado o realizado, aunque, como es obvio, lo verdaderamente grave sea el atentado deliberado a la vida humana.

4. Permitiendo la venta de la píldora del día siguiente, la autoridad pública abdica de nuevo de su gravísima responsabilidad de tutelar siempre la vida humana. Es incluso posible que con esta autorización el Gobierno entre en contradicción legal con la actual legislación despenalizadora del aborto, la cual, aun siendo moralmente rechazable, exige al menos, como requisito de la exención de pena para las acciones abortivas, la constatación previa de que se da alguno de los tres supuestos marcados por la ley. La Administración pone ahora en manos de los usuarios de la píldora del día siguiente un instrumento que permite la realización del aborto sin control alguno de los supuestos legales de despenalización.

5. Los médicos y los farmacéuticos amantes de la vida humana y coherentes con la conciencia ética no deberán prestarse a facilitar en modo alguno este instrumento de muerte que es la píldora del día siguiente. Las autoridades tienen la obligación de proveer a que no se les impida el ejercicio de la objeción de conciencia en esta materia tan grave.

6. Exhortamos a todos, una vez más, a respetar y cuidar la vida humana. Nadie con conciencia recta querrá contribuir a la confusión entre el bien el mal, un signo tan triste de la llamada cultura de la muerte, que induce a matar haciendo creer erradamente que así se sirve a la vida. El problema de los embarazos no deseados y no deseables, por ser fruto de relaciones sexuales irresponsables, en particular entre los más jóvenes, no se puede tratar de resolver recurriendo, con mayor irresponsabilidad aún, al expediente criminal del aborto. Intentar enmascarar la realidad por motivos políticos, comerciales o de cualquier otra clase, acaba perjudicando a las personas y al bien común.

7. Pedimos a los agentes de la pastoral de la Iglesia y a los educadores, en especial a los padres y madres de familia, que ayuden a los adolescentes y a los jóvenes a comprender y vivir con verdad su propia sexualidad y las relaciones entre los sexos; muéstrenles cómo la castidad, lejos de recortar las posibilidades de la existencia humana, permite integrar en la libertad los instintos y las emociones capacitando para un amor auténtico. La libertad que la virtud posibilita es la que hace felices a las personas, pues respeta y ama la vida de todos.