Un solo niño al que se le quite la vida es demasiado
Reciente se ha publicado que el gobierno de España va
a presentar en los próximos meses la ya reiteradamente anunciada reforma de la
ley del aborto. La misma, al parecer, se va a basar en la doctrina marcada por
el Tribunal Constitucional. Por tanto,
la nueva ley permitirá acabar con la vida del niño en gestación en determinados
supuestos.
En relación a ello, el pasado día 19, el periódico Alfa
y Omega publicó una entrevista concedida por D. Juan Antonio Reig Pla, obispo
de Alcalá de Henares y Presidente de la Subcomisión de Familia y Vida. En la
misma el obispo valora la reforma de la ley y el papel que los católicos han de
ejercer en cuestiones de máxima importancia, tal y como ocurre con el
abominable crimen del aborto.
Por su interés, reproducimos a continuación la
entrevista:
¿Cómo valora lo que ya se sabe sobre la reforma, y su
retraso?
No conocemos el anteproyecto, por lo que no es posible
hacer una valoración. En todo caso, un
solo niño al que se le quite la vida es demasiado; no podemos darnos por satisfechos porque haya menos muertos o menos
esclavos: la vida y la libertad son derechos inalienables. El aborto, enseña el Concilio Vaticano
II, es un crimen abominable (GS,
51). El partido que sostiene al actual Gobierno de la nación dispone de mayoría
absoluta en el Parlamento; por tanto, tiene la oportunidad histórica de colocar
a España a la cabeza de Europa en la defensa de la vida. El retraso de la
propuesta de ley está creando una gran incertidumbre entre los católicos.
La Iglesia, a través de sus pastores, debe mantener encendida la llama de la libertad respecto de todos los partidos políticos y anunciar de modo integral, con caridad y misericordia, el Evangelio de Cristo, aun cuando esté en contraste con el mundo o vaya a contracorriente, defendiendo el tesoro del cual es solamente guardiana. Los laicos católicos, como le gusta decir al Papa Francisco, no pueden dedicarse a balconear, no pueden ser simples espectadores: los católicos deben situarse a la cabeza de los movimientos de renovación y procurar, con el testimonio y asociadamente, que cambien todas las leyes inicuas como las que permiten el aborto e incluso lo afirman como derecho, o como las leyes que suponen la muerte legal del matrimonio. Sea cual sea esa reforma de la ley, el trabajo de los católicos irá encaminado a procurar la ayuda a las madres para que no aborten y a acogerlas en cualquiera de sus situaciones.
¿Puede un católico apoyar una ley que dé pasos
positivos pero tenga importantes limitaciones?
¿Qué criterios deben seguir las entidades provida, con sus distintas estrategias, para considerar que realmente defienden la vida? ¿Cómo preservar la unidad?
¿Cree posible una sociedad que acepte, o pida, el fin
del aborto?
Fuente: http://www.alfayomega.es/Revista/2013/847/11_espania2.php