Te puede pasar a ti
“La minusvalía
previsible de un niño no puede ser motivo para interrumpir un
embarazo (…) porque también la vida con minusvalías es
igualmente valiosa y afirmada por Dios y porque en
esta tierra nunca nadie puede tener garantía de una vida sin
limitaciones corporales, espirituales o intelectuales”
(Benedicto XVI, 29-09-2006)
En nuestra anterior
entrada veíamos como la sociedad europea está estigmatizando a
las personas con síndrome de Down, a las cuales, en muchas
ocasiones, se les está negando el derecho a la vida por el simple
hecho de sufrir un trastorno genético.
Esta estigmatización
no solamente se limita a este colectivo social, sino que es
extensible a cualquier otro grupo de personas que no estén dentro de
lo que la sociedad haya marcado como aceptable.
A este respecto, la
actual legislación española permite que durante las primeras
catorce semanas de gestación se pueda abortar libremente, y
desde las catorce hasta las veintidós semanas, entre otras
circunstancias, cuando exista riesgo de graves anomalías en el
feto.
En este contexto,
reivindicamos aquí el
valor inestimable de cada vida, independientemente de si la persona
padece o no malformaciones, alteraciones biológicas o congénitas.
Por su relación con la
defensa de la dignidad de cada vida, en cualquier circunstancia,
reproducimos a continuación
parte del discurso dado por Benedicto XVI ante discapacitados y
enfermos durante la pasada Jornada Mundial de la Juventud:
“... ¿Puede
seguir siendo grande la vida cuando irrumpe en ella el sufrimiento?
(...) La grandeza de la humanidad está
determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con
el que sufre (…). Una sociedad que no logra
aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir
mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y
sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel
e inhumana”
(…) Ninguna
aflicción es capaz de borrar esta impronta divina grabada en lo más
profundo del hombre. Y no solo: desde que el Hijo de Dios quiso
abrazar libremente el dolor y la muerte, la imagen de Dios se nos
ofrece también en el rostro de quien padece. Esta especial
predilección del Señor por el que sufre nos lleva a mirar al
otro con ojos limpios,(...)
Por otro lado,
vosotros sois también testigos del bien inmenso que constituye la
vida de estos jóvenes para quien está a su lado y para la humanidad
entera. De manera misteriosa pero muy real, su presencia
suscita en nuestros corazones, frecuentemente endurecidos, una
ternura que nos abre a la salvación. Ciertamente, la vida de estos
jóvenes cambia el corazón de los hombres y, por ello, estamos
agradecidos al Señor por haberlos conocido.
Queridos amigos,
nuestra sociedad, en la que demasiado a menudo se pone en duda la
dignidad inestimable de la vida, de cada vida, os necesita: vosotros
contribuís decididamente a edificar la civilización del amor. Más
aún, sois protagonistas de esta civilización. ...”
Para ver el discurso
íntegro pinchad el siguiente enlace:
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2011/august/documents/hf_ben-xvi_spe_20110820_s-jose-madrid_sp.html